Mamadow
Kone, de Mali, reza el Dhur (la oración del mediodía)
en el interior de su chabola de plástico. Entre reclinaciones
y postraciones sus labios susurran plegarias fáciles de imaginar,
mientras su dedo índice se dirige al frente señalando
que Dios sólo hay uno. Desde que llegó no ha pasado
un sólo día sin que cumpla los cinco rezos diarios
que marca el Salat. |