Hace 43 años el Padre Lopes, misionero portugués,
llegó a Ilha de Mozambique con la ilusión de poner en marcha
sus sueños de ayuda y solidaridad con los más desfavorecidos
Estuvo trabajando en la isla en diferentes proyectos con los más
pequeños en una de las peores crisis históricas para este
país marcado por la Guerra Civil, la desestructuración social,
el hambre,las enfermedades...Unos caballos de batalla a los que además
desgraciadamente se sumaron los efectos devastadores de las inundaciones
que asolaron gran parte del país durante los años 2000 y
2001.Muchos fueron los que perdieron todo como consecuencia de estos terribles
acontecimientos ya que las aguas se llevaron por delante no sólo
sus cosechas y sus casas sino que también aniquilaron gran parte
de las infraestructuras mozambiqueñas, desde las sanitarias a las
educativas pasando por puentes, carreteras y sobre todo, acabaron con
la esperanza de todo un pueblo. Pero desde 1991, año en el que
le cedieron una gran casa colonial, el padre Lopes no había dejado
un solo día de trabajar para ofrecer un futuro mejor a los niños.
Aquella casa comenzó a llenarse de huérfanos del SIDa, la
malaria o abandonados sin un lugar donde vivir. Pronto llegaron a ser
más de cien y comenzaron a organizarse en las diferentes tareas
de la casa y en conseguir recursos para mantenerla. El siguiente paso
del Padre Lopes era ofrecerles la posibilidad de acceder a una educación
que les posibilitara en un futuro salir de la miseria y así consiguió
que muchos de ellos pasaran de la escuela pública a las universidades
de Mampula o Maputo.
manera amplificada todo el universo que rodea a esos
pequeños mozambiqueños. En definitiva, un trocito del corazón
de África para conseguir la ayuda necesaria que evitara que la
desesperanza se convirtiera en llanto. Por contra, una sonrisa del padre
Lopes ha sido la recompensa y el mayor logro de toda la ilusión
puesta en esta campaña. El dinero íntegro está ya
en Mozambique y en un corto periodo de tiempo la casa pasará a
formar parte de la diócesis de nacala. El Lar de San Francisco
Xavier podrá seguir siendo el hogar de muchos niños en Mozambique.
Gracias a todos.
Todo ello no hubiera sido posible sin la solidaridad de Catering Miguel Angel a quien desde aquí le damos mil gracias por su amplia cooperación desinteresada. ACTUALIZADO:
18-OCT-2003
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